La (in)sustentabilidad del desarrollo
Apuntes del III Congreso Internacional de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable realizado en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
Por Fernando Glenza | Desde la Redacción de APAS
15|08|2011
El Congreso organizado por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) del 8 al 11 de agosto finalizó con la presentación de la “Declaración de La Plata”, un documento de diagnóstico y propuestas que lleva la rúbrica de más de 100 científicos y reafirma el compromiso de la academia ante el desafío del Cambio Climático y el Desarrollo Sustentable.
El manifiesto deja claramente establecidas las responsabilidades: “La ecuación de la economía mundial exige mercados en expansión y producción creciente donde la lógica es obtener la satisfacción consumista que se basa en el derroche por abundancia. La realidad es que el 80 por ciento de los gases de efecto invernadero fue generado por apenas el 20 por ciento de los países, dejándonos situaciones críticas a resolver”.
Tras el acto oficial de cierre, el vicepresidente Institucional de la UNLP, Raúl Perdomo, expresó sus sensaciones respecto a los resultados del Congreso, señalando que “es tiempo de romper las fronteras y unir a toda la región para lograr que América Latina tenga una política estratégica propia y eficaz para afrontar el cambio climático”.
En ese sentido, el simposio “Calentamiento global y crisis civilizatoria: aportes para repensar el cambio climático desde el pensamiento ambiental latinoamericano” -realizado en el marco del Congreso-, planteó una visión de la crisis ambiental ligada a la crisis del ser humano en el actual sistema capitalista.
“La esencia para revertir el cambio climático es el cambio en nuestro sistema mercantilista, basado en lo económico”, señaló el argentino Carlos Galano, educador ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), orador del simposio.
Otro de los oradores, el sociólogo chileno Antonio Elizalde Hevia, se pronunció en consonancia al apuntar que “el cambio climático es un cambio civilizatorio, y la única vía de escape es lo inmaterial”.
Este simposio trazó una propuesta diferente para el abordaje del cambio climático y el desarrollo sustentable, basada en el rescate de la ancestralidad latina y los saberes de los pueblos originarios, planteando como solución un cambio en nuestros modos de producción y de consumo y, por ende, de paradigma.
El manifiesto deja claramente establecidas las responsabilidades: “La ecuación de la economía mundial exige mercados en expansión y producción creciente donde la lógica es obtener la satisfacción consumista que se basa en el derroche por abundancia. La realidad es que el 80 por ciento de los gases de efecto invernadero fue generado por apenas el 20 por ciento de los países, dejándonos situaciones críticas a resolver”.
Tras el acto oficial de cierre, el vicepresidente Institucional de la UNLP, Raúl Perdomo, expresó sus sensaciones respecto a los resultados del Congreso, señalando que “es tiempo de romper las fronteras y unir a toda la región para lograr que América Latina tenga una política estratégica propia y eficaz para afrontar el cambio climático”.
En ese sentido, el simposio “Calentamiento global y crisis civilizatoria: aportes para repensar el cambio climático desde el pensamiento ambiental latinoamericano” -realizado en el marco del Congreso-, planteó una visión de la crisis ambiental ligada a la crisis del ser humano en el actual sistema capitalista.
“La esencia para revertir el cambio climático es el cambio en nuestro sistema mercantilista, basado en lo económico”, señaló el argentino Carlos Galano, educador ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), orador del simposio.
Otro de los oradores, el sociólogo chileno Antonio Elizalde Hevia, se pronunció en consonancia al apuntar que “el cambio climático es un cambio civilizatorio, y la única vía de escape es lo inmaterial”.
Este simposio trazó una propuesta diferente para el abordaje del cambio climático y el desarrollo sustentable, basada en el rescate de la ancestralidad latina y los saberes de los pueblos originarios, planteando como solución un cambio en nuestros modos de producción y de consumo y, por ende, de paradigma.
Como cierre, Galano dedicó un párrafo especial a los fracasos del protocolo de Kyoto y las cumbres del clima de Copenhague y Cancún: “cumbres borrascosas, escritas con la gramática de la ideología dominante”.
Una apreciación que, sin embargo, no es compartida por gran parte de la comunidad científica, que propone soluciones de mercado para mitigar el cambio climático sin plantearse una reformulación fundamental del desarrollo.
Lo cierto es que la misma lógica que nos llevó al desastre difícilmente pueda salvarnos.
La analista política Nicola Bullard, destrama esta cuestión en su artículo “Desafíos para la sustentabilidad” publicado en “Development”. Allí afirma que “quizá el mayor desafío que enfrentamos no sea cómo entendemos la sustentabilidad, sino más bien cómo entendemos el desarrollo”.
Bullard plantea que deberíamos estar hablando más bien de regeneración y restauración de lo que se ha destruido, antes que de sustentabilidad, lo que vale también para el concepto de mitigación –entendida como atenuación o moderación- y adaptación empleado en las cumbres “oficiales” del clima.
En uno de sus párrafos la analista detalla que la falta de imaginación es quizá nuestro mayor obstáculo: “no la falta de imaginación para diseñar soluciones tecnocráticas complicadas para absorber los gases de efecto invernadero, construir formas de vida hechas a medida o nuevos instrumentos financieros para comerciar créditos de carbono. (…) Lo que hace falta es imaginación para pensar cómo vivir de modo diferente, cómo desarmar las estructuras de poder que obstruyen el cambio, y cómo repensar el desarrollo”.
Y agrega que los pueblos indígenas y otros pueblos que viven con la naturaleza ya lo saben: “La sustentabilidad es circular, compleja, tiene que ver con armonía, relaciones y ritmos. No es un ejercicio contable cuyo propósito sea racionar la forma en que usamos los recursos del planeta”.
Quizás el camino sea el que trazó la “Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra”, realizada en Cochabamba, Bolivia, en 2010. Algo de ello caló en este III Congreso de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable de La Plata.
Los pueblos andinos hablan de la última crisis –la “crisis civilizatoria”, como señala el título del simposio mencionado- que nos obliga a volver a imaginar qué significa el “vivir bien” o “buen vivir” que el presidente boliviano, Evo Morales Ayma, describe como“pensar no sólo en términos de ingreso per cápita, sino de identidad cultural, comunidad y armonía, entre nosotros, y con nuestra Madre Tierra".
La declaración final del Congreso señala que la Humanidad se enfrenta a niveles de riesgo sin precedentes y que, por ello, “es hora de cambiar”.
Una apreciación que, sin embargo, no es compartida por gran parte de la comunidad científica, que propone soluciones de mercado para mitigar el cambio climático sin plantearse una reformulación fundamental del desarrollo.
Lo cierto es que la misma lógica que nos llevó al desastre difícilmente pueda salvarnos.
La analista política Nicola Bullard, destrama esta cuestión en su artículo “Desafíos para la sustentabilidad” publicado en “Development”. Allí afirma que “quizá el mayor desafío que enfrentamos no sea cómo entendemos la sustentabilidad, sino más bien cómo entendemos el desarrollo”.
Bullard plantea que deberíamos estar hablando más bien de regeneración y restauración de lo que se ha destruido, antes que de sustentabilidad, lo que vale también para el concepto de mitigación –entendida como atenuación o moderación- y adaptación empleado en las cumbres “oficiales” del clima.
En uno de sus párrafos la analista detalla que la falta de imaginación es quizá nuestro mayor obstáculo: “no la falta de imaginación para diseñar soluciones tecnocráticas complicadas para absorber los gases de efecto invernadero, construir formas de vida hechas a medida o nuevos instrumentos financieros para comerciar créditos de carbono. (…) Lo que hace falta es imaginación para pensar cómo vivir de modo diferente, cómo desarmar las estructuras de poder que obstruyen el cambio, y cómo repensar el desarrollo”.
Y agrega que los pueblos indígenas y otros pueblos que viven con la naturaleza ya lo saben: “La sustentabilidad es circular, compleja, tiene que ver con armonía, relaciones y ritmos. No es un ejercicio contable cuyo propósito sea racionar la forma en que usamos los recursos del planeta”.
Quizás el camino sea el que trazó la “Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra”, realizada en Cochabamba, Bolivia, en 2010. Algo de ello caló en este III Congreso de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable de La Plata.
Los pueblos andinos hablan de la última crisis –la “crisis civilizatoria”, como señala el título del simposio mencionado- que nos obliga a volver a imaginar qué significa el “vivir bien” o “buen vivir” que el presidente boliviano, Evo Morales Ayma, describe como“pensar no sólo en términos de ingreso per cápita, sino de identidad cultural, comunidad y armonía, entre nosotros, y con nuestra Madre Tierra".
La declaración final del Congreso señala que la Humanidad se enfrenta a niveles de riesgo sin precedentes y que, por ello, “es hora de cambiar”.
si será hora!!
ResponderEliminarGracias por compartir!!
saludos desde Montevideo!!
Excelente colaboración a la concientización y el análisis de la nueva época. La declaración final dice que. “es hora de cambiar”. ¡Vaya que si habrá que cambiar!, pero el VERDADERO CAMBIO, no “cambiar algo para que no cambie nada”, tal como lo vienen haciendo los gobiernos progresistas de A. Latina.
ResponderEliminartotalmente de acuerdo con tus palabras...
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